El segundo edificio más alto de Castilla y León, con 88 metros de altura, fue desbancado del trono en 2009 por la ponferradina Torre de la Rosaleda, de 107 metros. Aunque su construcción se inició en los años sesenta con la finalidad de albergar un hotel, durante décadas estuvo vacío, siendo frecuentemente ocupado, y arrastrando una turbulenta intrahistoria de la que trasciende incluso un crimen. Ya en los años noventa fue restaurado, siendo destinado a uso residencial, contando con 120 viviendas repartidas en sus 23 plantas.
El segundo edificio más alto de Castilla y León, con 88 metros de altura, fue desbancado del trono en 2009 por la ponferradina Torre de la Rosaleda, de 107 metros. Aunque su construcción se inició en los años sesenta con la finalidad de albergar un hotel, durante décadas estuvo vacío, siendo frecuentemente ocupado, y arrastrando una turbulenta intrahistoria de la que trasciende incluso un crimen. Ya en los años noventa fue restaurado, siendo destinado a uso residencial, contando con 120 viviendas repartidas en sus 23 plantas.