Actual sede del Museo de Valladolid, que alberga la colección arqueológica provincial, y la sección de Bellas Artes, fue construido a fines del siglo XVI por Fabio Nelli de Espinosa y pasó a la Real Casa de la Misericordia. Durante la francesada fue ocupado por las tropas de Napoleón y posteriormente acogió la Aduana de la ciudad. A mediados del siglo XX se convirtió en sede del Museo.
El sillón del diablo y el médico nigromante
Se trata de una leyenda que se remonta a 1550, cuando la justicia entra en la casa de don Andrés de Proaza, súbdito portugués sospechoso de artes negras. Se decía en aquellos días que de su casa salían gruñidos, y que el agua de la casa salía sanguinolenta. Efectivamente, al entrar en el sótano en una mesa encontraron el cuerpo de un niño desaparecido semanas antes, despedazado tras haberle practicado una vivisección, al igual que varios cadáveres de perros y gatos en la misma postura que el cuerpo humano de la mesa.
Proaza, que era estudiante de Anatomía, confesó que tenía un pacto con el Diablo a través de una silla que estaba en su escritorio: cuando se sentaba el maligno le ofrecía toda la sabiduría del mundo en medicina y se comunicaba con él. Proaza fue condenado por la Inquisición a morir en la hoguera y sus posesiones subastadas sin éxito. El sillón del médico nigromante se mantuvo en posesión de la Universidad de Valladolid hasta el derribo del edificio histórico de la Universidad, en los años treinta, en que pasó al Museo Arqueológico. El sillón había estado colgado patas arriba del techo de la capilla universitaria durante casi cuatro siglos, pues decía la leyenda que quien se sentara en él o moría en dos o tres días, o recibía la ciencia infusa.
Actual sede del Museo de Valladolid, que alberga la colección arqueológica provincial, y la sección de Bellas Artes, fue construido a fines del siglo XVI por Fabio Nelli de Espinosa y pasó a la Real Casa de la Misericordia. Durante la francesada fue ocupado por las tropas de Napoleón y posteriormente acogió la Aduana de la ciudad. A mediados del siglo XX se convirtió en sede del Museo.
Se trata de una leyenda que se remonta a 1550, cuando la justicia entra en la casa de don Andrés de Proaza, súbdito portugués sospechoso de artes negras. Se decía en aquellos días que de su casa salían gruñidos, y que el agua de la casa salía sanguinolenta. Efectivamente, al entrar en el sótano en una mesa encontraron el cuerpo de un niño desaparecido semanas antes, despedazado tras haberle practicado una vivisección, al igual que varios cadáveres de perros y gatos en la misma postura que el cuerpo humano de la mesa.
Proaza, que era estudiante de Anatomía, confesó que tenía un pacto con el Diablo a través de una silla que estaba en su escritorio: cuando se sentaba el maligno le ofrecía toda la sabiduría del mundo en medicina y se comunicaba con él. Proaza fue condenado por la Inquisición a morir en la hoguera y sus posesiones subastadas sin éxito. El sillón del médico nigromante se mantuvo en posesión de la Universidad de Valladolid hasta el derribo del edificio histórico de la Universidad, en los años treinta, en que pasó al Museo Arqueológico. El sillón había estado colgado patas arriba del techo de la capilla universitaria durante casi cuatro siglos, pues decía la leyenda que quien se sentara en él o moría en dos o tres días, o recibía la ciencia infusa.