El Puente Mayor de Valladolid fue construido en 1080 por iniciativa de doña Eylo, esposa del conde Ansúrez, fundador de la ciudad, manteniéndose en uso hasta hoy. La estructura actual data de los siglos XIII o XIV, pues sus arcos son apuntados. En la guerra de la independencia se convirtió en punto estratégico, pues era el único paso sobre el río de toda la ciudad. En la otra boca del puente se elevaba el pequeño humilladero de San Sebastián, derribado durante 1812 a causa del conflicto, fue rehabilitado. Antiguamente se cobraba el pontazgo, que era el peaje necesario para poder atravesar dicho espacio.
La construcción más emblemática de la Edad Media en Valladolid es, junto con la Antigua, el llamado Puente Mayor, que según la tradición fue mandado levantar por doña Eylo, primera esposa del Conde Pedro Ansúrez hacia el año 1080. Sobre este paso, antiguamente conocido como “Puente de Piedra”, es posible que hubiese construcciones de madera que posibilitaban el acceso de los hortelanos hacía el núcleo poblacional, conectando la ciudad prmiiva con el camino de Zaratán y Villanubla. La estructura actual es una reconstrucción de 1866, según el proyecto de D. Mateo Benito, aunque fue derruido parcialmente en múltiples ocasiones bien por riadas o por guerras.
El origen cierto del puente, se diluye entre varias leyendas, siendo la más conocida la que difunde María de Feijóo en 1872. Según aquella historia, el puente fue mandado construir por Doña Eylo, quien encomendó la tarea a un esclavo moro llamado Mohamed, que se enamoró de Zaida Fátima, también morisca. Los Condes no veían con buenos ojos los amores de Mohamed por Zaida por lo que el moro se vengó construyendo un puente tan estrecho, que no sirviera en caso de ataque. Cuando el Conde Ansúrez regresó a Valladolid y descubrió el engaño, ofreciéndose a reconstruirlo y ensancharlo con un peregrino que resultó ser D. Pedro de Moncada, Conde y Señor de Llobregat, que se casó más tarde con la bella Zaida tras la conversión de ella al cristianismo.
El Ingenio de Zubiaurre
En el S. XVII estuvo funcionando en Valladolid un extraño e ingenioso artilugio que era capaz de subir el agua desde el río Pisuerga hasta el palacio del Duque de Lerma, suministrando agua fresca tanto al palacio como a sus huertas. El artífice de tal prodigio fue un tal Pedro de Zubiaurre, un marino vizcaíno del que no se conocen otras obras de ingeniería.
No hay muchas noticias coetáneas, ni descripciones o grabados, pero seguramente fuera muy parecido en su funcionamiento a otro muy famoso construido en Toledo por el famoso Juanelo Turriano, del que si que hay numerosa documentación. No en vano, a este artilugio, situado muy cerca del actual edificio Duque de Lerma, se le conocía familiarmente como “el Juanelo”, en alusión al famoso ingenio de Toledo. El traslado de la corte a Madrid hizo que se abandonase y cayera en el olvido una tecnología que podría haber abastecido de agua a toda la ciudad en pleno S. XVII.
El Palacio de la Ribera
El palacio, fue construido en 1601 en el paraje conocido como Huerta del Rey. Fue propiedad del Duque de Lerma hasta que cinco años después se lo vendió al Rey. El complejo era una casona de recreo y entretenimiento con unos feraces jardines y huertas, al más puro estilo de las antiguas villas romanas. Contaba, además con un cenador en el agua desde el que se podían ver pasar las galeras y góndolas reales.
El bramido de las aguas La riada de 1636
La mañana del lunes 4 de febrero de 1636, se escuchaba un gran alboroto por la ciudad. ¡Un andalubio! ¡Un andalubio! La gente se echó a las calles para buscar refugio en los lugares más elevados de la ciudad, como la loma donde se ubica La Antigua o la Catedral.
Las aguas de las Esguevas subían con fuerza, y el Pisuerga creció tanto y tan rápido, que en pocos minutos cubrió la totalidad del puente Mayor. La corriente del Pisuerga, que subía por San Pablo, se encontró con la corriente de las Esguevas, alcanzando el agua el primer piso de las casas de El Val, Platerías y la Rinconada. Se habían destruido 800 viviendas.
Las aguas que subieron un metro a la altura del Convento de las Santa Teresa, donde existe una lápida que dice “Aquí llegó el Pisuerga en 4 de febrero de 1636. Alabado sea el Santísimo Sacramento”.
El Puente Mayor de Valladolid fue construido en 1080 por iniciativa de doña Eylo, esposa del conde Ansúrez, fundador de la ciudad, manteniéndose en uso hasta hoy. La estructura actual data de los siglos XIII o XIV, pues sus arcos son apuntados. En la guerra de la independencia se convirtió en punto estratégico, pues era el único paso sobre el río de toda la ciudad. En la otra boca del puente se elevaba el pequeño humilladero de San Sebastián, derribado durante 1812 a causa del conflicto, fue rehabilitado. Antiguamente se cobraba el pontazgo, que era el peaje necesario para poder atravesar dicho espacio.
La construcción más emblemática de la Edad Media en Valladolid es, junto con la Antigua, el llamado Puente Mayor, que según la tradición fue mandado levantar por doña Eylo, primera esposa del Conde Pedro Ansúrez hacia el año 1080. Sobre este paso, antiguamente conocido como “Puente de Piedra”, es posible que hubiese construcciones de madera que posibilitaban el acceso de los hortelanos hacía el núcleo poblacional, conectando la ciudad prmiiva con el camino de Zaratán y Villanubla. La estructura actual es una reconstrucción de 1866, según el proyecto de D. Mateo Benito, aunque fue derruido parcialmente en múltiples ocasiones bien por riadas o por guerras.
El origen cierto del puente, se diluye entre varias leyendas, siendo la más conocida la que difunde María de Feijóo en 1872. Según aquella historia, el puente fue mandado construir por Doña Eylo, quien encomendó la tarea a un esclavo moro llamado Mohamed, que se enamoró de Zaida Fátima, también morisca. Los Condes no veían con buenos ojos los amores de Mohamed por Zaida por lo que el moro se vengó construyendo un puente tan estrecho, que no sirviera en caso de ataque. Cuando el Conde Ansúrez regresó a Valladolid y descubrió el engaño, ofreciéndose a reconstruirlo y ensancharlo con un peregrino que resultó ser D. Pedro de Moncada, Conde y Señor de Llobregat, que se casó más tarde con la bella Zaida tras la conversión de ella al cristianismo.
En el S. XVII estuvo funcionando en Valladolid un extraño e ingenioso artilugio que era capaz de subir el agua desde el río Pisuerga hasta el palacio del Duque de Lerma, suministrando agua fresca tanto al palacio como a sus huertas. El artífice de tal prodigio fue un tal Pedro de Zubiaurre, un marino vizcaíno del que no se conocen otras obras de ingeniería.
No hay muchas noticias coetáneas, ni descripciones o grabados, pero seguramente fuera muy parecido en su funcionamiento a otro muy famoso construido en Toledo por el famoso Juanelo Turriano, del que si que hay numerosa documentación. No en vano, a este artilugio, situado muy cerca del actual edificio Duque de Lerma, se le conocía familiarmente como “el Juanelo”, en alusión al famoso ingenio de Toledo. El traslado de la corte a Madrid hizo que se abandonase y cayera en el olvido una tecnología que podría haber abastecido de agua a toda la ciudad en pleno S. XVII.
El palacio, fue construido en 1601 en el paraje conocido como Huerta del Rey. Fue propiedad del Duque de Lerma hasta que cinco años después se lo vendió al Rey. El complejo era una casona de recreo y entretenimiento con unos feraces jardines y huertas, al más puro estilo de las antiguas villas romanas. Contaba, además con un cenador en el agua desde el que se podían ver pasar las galeras y góndolas reales.
La riada de 1636
La mañana del lunes 4 de febrero de 1636, se escuchaba un gran alboroto por la ciudad. ¡Un andalubio! ¡Un andalubio! La gente se echó a las calles para buscar refugio en los lugares más elevados de la ciudad, como la loma donde se ubica La Antigua o la Catedral.
Las aguas de las Esguevas subían con fuerza, y el Pisuerga creció tanto y tan rápido, que en pocos minutos cubrió la totalidad del puente Mayor. La corriente del Pisuerga, que subía por San Pablo, se encontró con la corriente de las Esguevas, alcanzando el agua el primer piso de las casas de El Val, Platerías y la Rinconada. Se habían destruido 800 viviendas.
Las aguas que subieron un metro a la altura del Convento de las Santa Teresa, donde existe una lápida que dice “Aquí llegó el Pisuerga en 4 de febrero de 1636. Alabado sea el Santísimo Sacramento”.